El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños…
Así empezaba la vida, según Greene, y nunca se había sentido capaz de
negarle tales razones, si acaso apostillarlas, porque la vida se siente
más allá de los aromas y sabores, incluso más allá del amor…
Se siente en las texturas suaves, en los acordes rítmicos y en las imágenes luminosas… la mejor textura, la piel; el mejor sonido, la música; la mejor imagen… la del mejor amor, pensó mirando la foto que ocupaba un lugar destacado en el salón… la de sus niños de Meki.
Cerró su libreta de ideas y retales...
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